Diario Cataluña 2: Girona, un espejo de color

Me despierto temprano y tras un buen desayuno me dirijo a la estación de tren para dirigirme a Girona. Llego a la oficina de turismo y tras tomar un mapa comienzo a decidir ¿Qué ver en Girona en un día? y organizo rápidamente mi itinerario.

¿Qué ver en Girona en un día? Recorrido turístico por la ciudad

Atravieso el Puente de Hierro (también conocido como Pont de Ferro, Puente de las Pescaderías, Pont de les Pescateries Velles, o Puente de Eiffel). Nunca un puente había tenido tantos nombres. Su color rojo intenso es fantástico, pero lo mejor son las casas de colores que limitan el río Onyar que transcurre por debajo del puente. Por un momento mi mente se traslada al Ponte Vecchio de Florencia.

Llego a la Plaza de la Independencia, donde antiguamente se localizaba el convento de San Agustín. En el centro, una estatua en honor a los defensores de la ciudad me habla un poco de la historia de la ciudad.

Comienzo a callejear por la ciudad hasta llegar a las escaleras de Sant Domenec. Al final de la subida me encuentro con la Iglesia de Sant Martí Sacosta, cerrada en esos momentos, y atravieso el arco que hay a mi izquierda. Comienzo a enamorarme de los rincones de la ciudad.

Paso por delante de la Iglesia de Sant Lluc con la intención de entrar en los Baños Árabes de Girona. Entro y disfruto de un pequeño pero bien conservado recinto, que me recuerdan en ciertos momentos a las Termas Romanas de Gijón. Actualmente queda un vestíbulo de acceso, el frigidarium, el tepidarium y dos salas de caldarium. Me quedo embobado en su piscina central octogonal, aunque me da rabia ver el fondo repleto de monedas (otra de esas estúpidas costumbres que tenemos en Europa).

A escasos metros me encuentro con el Monasterio de Sant Pere de Galligants, templo benedictino del siglo XII que acoge el Museo de Arqueología de Catalunya. Me encanta la belleza y sencillez de su nave principal, y de pronto al fondo a la izquierda encuentro un rosetón del hastial románico que me transporta sin querer a otra época.

Desde el lateral derecho accedo al piso de arriba para disfrutar de la colección de su museo con elementos de distintas épocas (Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales, colonizaciones, cultura ibérica, romanización). Termino la visita y me relajo paseando por su pequeño claustro.

Mis pasos me llevan al pie de las escaleras de la Catedral de Girona, el plano que conforman la subida de las escaleras con la altitud del templo es impresionante. Voy subiendo y fotografiando la gran obra arquitectónica construida entre los siglos XI y XVIII.

Recorro la fachada del edificio con mi mirada, y luego entre para disfrutar del interior del templo: esculturas, columnas, tapices, vidrieras, el Tesoro, su claustro. Todo ello despierta mis sentidos.

Vuelvo sobre mis pasos para usar la entrada de la Catedral y visitar la gótica Basílica de Sant Feliu, que cumplió las funciones de primera catedral de la ciudad hasta el siglo X. Mi mirada se dirige hacia el cielo para disfrutar de su campanario.

Por cierto, no abandonéis el recinto de la basílica sin subir a la escalera y besar el culo de la leona, ya que es tradición hacerlo si queréis volver a visitar la ciudad (una de esas costumbres raras).

Comienzo a caminar por la ciudad desembocando en los Jardines de John Lenon buscando la subida a la muralla. Pensé que las Murallas de Ávila eran fantásticas, pero debo decir que las Murallas de Girona son alucinante también.

Indicar que hay varios puntos de acceso para subir a las Murallas de Girona. Durante los aproximadamente 930 metros de recorrido disfruté continuamente de las vistas de la ciudad. Si ya son bonitas de por sí, las continúas torres a lo largo del recorrido me permitieron vislumbrar la ciudad desde las alturas.

Aunque parezca agotador, el paseo merece la pena y no se hace nada pesado, sobre todo si os gusta la fotografía ya que os pararéis continuamente a capturar las bellas imágenes de la ciudad.

Finalizo el paseo, y me dirijo a uno de los rincones más bonitos de la ciudad girondense, la Plaza del Vi. Os prometo que sus soportales o enamorarán. En dicha plaza podréis ver también el Ayuntamiento, el Palacio General y el Teatro Municipal.

Antes de irme de Girona vuelvo a recorrer una vez más sus calles para disfrutar de nuevo el Call Jueu de Girona (denominación que tienen los barrios judíos en Cataluña), uno de los mejores conservados de España, y que había atravesado varias veces durante este recorrido. Por cierto, en el barrio encontraréis la escultura «El arquitecto» que simboliza la reunión de maestros de obras en 1417 para continuar la construcción de la Catedral.

¿Qué ver en Girona en un día? Recorrido por la ciudad.